DÍA 44: SOLTANDO CADENAS

01-09-2012


FAIRBANKS - DALTON HIGHWAY - FAIRBANKS  (310 km)





















Hoy estoy de bajón. El ánsia por llegar a Alaska era lo que me mantenía en tensión cada día y ahora que esa tensión ha desaparecido el mundo se me cae encima. Tengo frío, estoy cansado, me duele hasta la foto del pasaporte y echo en falta a los míos tras 44 días dando vueltas por el mundo.

Igual va a ser culpa de estar desnutrido o sea que mejor me acerco a un enorme supermercado en Fairbanks para comprar víveres. 

Una vez allí no puedo evitar sorprenderme cuando al lado de la zona de juguetes (flecha azul) encuentro ni más ni menos que la armería... Ya les vale a éstos. Hasta ametralladoras tienen a punto de vender al primero que llegue con un simple carnet de conducir... Obsérvese por ejemplo, con cierto pánico, el cacho pistolón que señalo con la flecha roja... 


La verdad es que en toda América el tema de las armas es más que chocante, pero aquí al menos tiene un puntito de comprensión ya que la caza y la pesca para ésta gente forman parte indisoluble de su estilo de vida y hasta de supervivencia en estas grandes extensiones de naturaleza. Eso sí, me desconcierta mucho que aquí esté permitida incluso la caza del oso y que mucha gente venga de turismo aquí precisamente para eso.


En Fairbanks me acerco al Pioneer Park.



La llegada a Fairbanks del ferrocarril desde Anchorage fue un avance importante para el desarrollo de la zona. Es la línea del Denali del que aquí se conserva un vagón.



Un típico barco de vapor que en su día remontaría el río.



También en el Pioneer Park hay un modesto museo de la aviación pionera.



Siempre es curiosa la disposición circular de los cilindros en un motor de avión.


En el parque también se encuentra una pequeña villa nativa.



Vemos por ejemplo cómo cubrir una cabaña con tierra y vegetación para aguantar un poco las temperaturas extremas de la zona.


Un Tothem ritual.



La atracción principal del parque es un poblado tradicional del tiempo de los pioneros.


Cada una de las cabañas y casas fue en su día desballestada en algún sitio de la ciudad y la volvieron a montar aquí con un cartel que explica su historia.


Algunas tienen una decoración un tanto atrevida y de dudoso gusto. Esta debe ser la casa de Tinki Winki...jajaja.


Hay un Saloon y un museo de los Pioneros.



A estas alturas del viaje hasta esta Princesa Nórdica de madera con cara de mala leche me parece la mar de atractiva y sugerente...Si es que la soledad es muy mala...jajaja.


Un Grizly y familia en el minigolf.


Y en la zona de juegos infantiles un simpático alce.



Desoyendo las recomendaciones de todo aquél a quien he preguntado ("pa chulo yo...") salgo de Fairbanks con dirección Norte lloviznando y con un frío considerable.




Así llego hasta la Dalton Highway, donde acaba el asfalto (en realidad más adelante hay algunos tramos sueltos más).


La Dalton es una ruta bastante típica entre los moteros que durante los meses de Junio, Julio y principios de Agosto suben hacia el Norte en dirección al Mar Ártico. Desgraciadamente después de hacer cientos de kilómetros por pista sin apenas gasolineras, y de pagar 200 dólares por cada una de las tres noches en tugurios de Coldfoot (2, subiendo y bajando) y Deadhorse (1), esos 600 dólares invertidos no impiden que 15 kms antes de llegar al Mar Ártico el camino se acabe de forma frustrante en una valla que impide el paso. En concreto en la valla de una Compañía Petrolera de Deadhorse que tiene el monopolio de explotación de Prudoe Bay, por lo que hay que dar media vuelta y volver por el mismo camino.

Hace una rasca del quince...


Todo el mundo me ha dicho que en esta época de lluvias ninguna moto va a la Dalton por motivo del barro y de hecho debe de ser cierto pues en los más de 130 kms desde Fairbanks hasta aquí no me he encontrado a ningún motero. De todas maneras, ya que he venido voy a sacar un rato la cabeza por la Dalton... ¿no?


Efectivamente el camino está cubierto de una capa asquerosa de barro.


No es un barro muy profundo, pero si lo suficiente para hacer la conducción muy pesada y algo peligrosa con la moto cargada y sin neumáticos de tacos.



Es una masa uniforme, pero por ejemplo la base del caballete se hunde un  par de dedos...


Al cabo de un rato (y mucho frío) decido parar. Al circular más lento por culpa del barro noto que el ruido de la avería porculera de la moto se hace mucho más evidente y cada vez va a más. La cadena se ha muerto definitivamente y cada eslabón es mucho más largo de lo que debiera. Así las cosas, aunque tenses la cadena a tope luego puedes poner casi un dedo entre el eslabón y el diente del plato y esa holgura sobrante a cada vuelta de rueda se oye como un golpe a la altura del eje de salida. No me gusta nada.

Además, aunque en las subidas se puede controlar algo el derrape en el barro de la rueda sin tacos, luego en cada tramo de bajada estás vendido y ya me he estado a punto de calzar tres galletas de las buenas... Si ya te he dicho antes que estoy de bajón...jajaja.



Y por si fuera poco cada vez que pasa un camión a toda leche me salpica todo el barro. ¡Cagoentodoloquesemenea!


Vienen cargados de petróleo de las explotaciones del Ártico y no se apiadan de un motero desgraciado que no se ha enterado que en esta época las motos no son bienvenidas...


Los jeeps también bajan a toda castaña.... Aquí un "vidrio".



Me debo estar haciendo mayor porque de nuevo voy a tomar una decisión con sentido común. Hubiera querido llegar un poquito más arriba  (pero bajando en el mismo día que yo gastar 200 dólares por dormir como que no y aquí en la tundra no tengo huevos de hacer un vivac como el del Grand Canyon...). No obstante, el estado de la vía embarrada y sobretodo el de la cadena me hacen tomar la decisión de dar media vuelta y volver al asfalto. La moto no es mía y cuando la deje en Anchorage al cabo de una semana mi amigo Josep va a cogerla y hacer con ella un nuevo viaje de 8.000 km con destino a Nueva York. Yo ya he logrado mi objetivo, pero si ahora me calzo un sopapo y estropeo algo o si la cadena alargada rompe algo del motor aquí arriba en el culo del mundo va a ser primero muy difícil evacuarla, y luego casi imposible arreglarla a tiempo para su próximo viaje y Josep ya tiene el billete de avión comprado. Decido que no puedo ser tan egoista con lo bien que se ha portado la moto y su dueña conmigo, de manera que hay que volver a Fairbanks y allí repararla pues en el estado en que está la cadena no llegaría ni a Anchorage.

Así de guarra ha quedado la niña...



Y yo, claro.


Circulando despacito con el corazón en un puño y el embrague cogido en todas las bajadas (el ruido de la cadena estropeada así es mucho menos, supongo que por la falta de tensión aunque la cadena ruede igual), finalmente llego hasta Fairbanks. En todo el viaje de vuelta tampoco encuentro ninguna moto. Va a ser verdad pues lo que todo el mundo me decía, que ésta ya no es época para la Dalton...
 

En Fairbanks consigo encontrar el Harley Davidson Dealer que tiene también la concesión Honda (por suerte la preparación previa de mis viajes es tan enfermiza que llevo una lista con los concesionarios de todas las grandes ciudades por las que pasa mi ruta...). Cuando me ven llegar con la moto tan guarra a la catedral Harley del "cromado brillante" casi les da un patatús, jajaja.


El Jefe de Taller es amable y se toma interés pero la Honda Transalp no se fabrica en Estados Unidos y tenemos notables problemas para encontrar una cadena parecida. En primer lugar las medidas en USA no son métricas sino en pulgadas pero al final con buena voluntad encontramos más o menos la equivalencia. Y en segundo lugar no hay ninguna cadena de la longitud adecuada, aunque finalmente decidimos cortar a medida una cadena de Honda CBR.

Abajo:  "Ride Hard Or Stay Home" (conduce duro o quédate en casa...).



Tras limpiarme amablemente la moto y arreglarme la cadena los chicos de la Harley, la nena ahora ya vuelve a lucir bella y a estar operativa para llegar hasta Anchorage como una campeona.


Antes de que anochezca ella y yo repetimos motel en Fairbanks y empezamos a darnos cuenta de que nuestros caminos pronto van a separarse...



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